Un día me encontré cautiva dentro
de una capsula de hielo,
todo a mí alrededor adquirio un aspecto siniestro,
aun dentro de mi propiedad privada.
Los minutos se escapaban del reloj
y el gato los perseguía, los cazaba y se los comía
como si fueran ratones.
Me puse a golpear la puerta sabiendo que
nadie estaba adentro, solo la llave
que inmóvil, callada y sonriente me miraba.
¿Quién cerró la puerta?, le pregunté y ella soltó una carcajada
seguí tratando de abrir lo que no había cerrado
Le suplique de rodillas, le cante coplas de amor,
pero, ella me siguió ignorando y burlándose de mí.
Llego mi hermano y también trato de abrir la puerta
pero la llave también se burló de él y le sacó la lengua,
se camino por todo el apartamento,zapateo y bailó samba y
durante varias horas nos tuvo suplicando, golpeando y tirando
hasta que llego el cerrajero y en dos minutos la pescó del cuello
y la obligo a que nos abriera.
La colgare de mi cuello de ahora en adelante.
Maria Fischinger @ Chicago, 2008